Quedaron a la salida, a la vuelta del colegio. Eran de tercero de media, nosotros en primero teníamos para aprender y fuimos en mancha.
Sanches no había perdido una pelea, era enorme, y Leiva una fibra. Se quitaron los sacos y las corbatas y empezó la mechadera, solo que a Leiva le basto sentir como el gordo Sanches lo podía samaquear con uno solo de sus enormes brazos para que pidiera tiempo, y se quitara la camisa y ya con el torso desnudo y sudado le bailara de lo lindo, dándole toquesitos y cansandolo porque era imposible cogerlo. Hasta que en un momento cuando lo tenia mareado le dio un solo golpe y lo tumbo. Luego le tendió la mano y tan amigos.
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