viernes, 31 de octubre de 2008

Barruntando

Era la chapa del profesor de literatura, grandes bigotes, anteojos gruesos de pasta y hermosa voz y sobre todo, pasión por las letras. Nos trataba como iguales y con eso ya nos tenia comprados, nos portábamos bien. Los lunes aparecía un poco magullado, por el fin de semana que se había tomado, era vecino mio y algún que otro sábado por la tarde lo solía ver entrar en el bar de la avenida La Paz.
Nos leía a todos los de entonces, Ramón Ribeiro, Arguedas, Lopez Albujar, Vargas Llosa...
y nos transmitía ese temple para con la vida. Un día, en cuarto creo, nos invito a una pachamanca, un sábado, a comer y a aprender a beber y hasta a bailar un wuayno a acercarnos a lo que es nuestro también. El flaco Alvarez quedo tieso con dos cervezas.
Tenia su rival y buen amigo en el Mester de Clerecia, como llamábamos al profe de literatura universal, bajito, redondo con su perfecto y único terno gris (en quinto cambio por otro negro), también de gran bravura oratoria y un filo irónico de humor que cortaba, le respetábamos y.. con el tiempo le quisimos también.


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